martes, 26 de febrero de 2013

FELICITACIÓN SINESTÉSICA A MI HIJA AURA TAZÓN, CONOCIDA TAMBIÉN COMO AURA KUBY. "Puso Dios en mis cántabras montañas AURAS DE LIBERTAD".



Muchas felicidades Aura. Hace treinta y siete años, a eso de las nueve de la mañana, tu madre en el hospital ya, subía yo por la calle Santa Clara y al llegar a la altura del Instituto me salió al paso un intenso olor afrutado; no, era más bien cristalino, transparente, frágil; un aroma que ya tenía registrado en la conciencia desde la infancia, un olor sin nombre, guardado, como es habitual entre las sensaciones cenicienta, sin alfabetizar. ¿Me recordaba a las rosas?; no, por supuesto que no, era más sutil, intenso en las puntas, menos redondo, más salvaje. 



Tampoco a los claveles, flores más bien sosas, de aroma plastón, chato. Conocía aquella sensación, pero no daba con la imagen de la flor… ¿qué era… qué era aquello? Tuve la sensación de que el olor salía a mi encuentro, que correteaba hacia mí, como un niñito recién echado al suelo que ve a su papá. ¿De dónde provenía? Sí, de allí, de más allá de la verja, cerca de la escalera centenaria. El aroma llevó a mi vista de la mano hacia una mujer mayor, frágil, de pelo blanco, espalda huesuda, muy fresca su ropa para esa época del año, pese a que el sol prometía una benévola mañana invernal; estaba agachada plantando algo, manejando la tierra, ensimismada en su labor. Era Helena, no me acuerdo de su apellido, Helena con hache, como la de Troya, una profesora de EATP, toda una filósofa del ikewana. La florecitas tenían tallo diminuto, demasiado chicas para ser tan provocativas en sus efluvios; eran jazmines. Con el tiempo se convirtieron en frondosos árboles, nacidos el mismo día que tú y, como tú agarrados a una tierra pobre, de nutrientes justos, los de la familia y poco más, los del suelo estéril del aparcamiento de un instituto. Su olor salía por  entre los barrotes de la verja, los esquivaba con gracia, revoloteaba entre las lancetas artísticas del forjado, de punta acerada y, como pinchado se elevaba haciendo melindres, daba un brinquito en el aire y se dejaba caer con estrépito sobre las narices sorprendidas de los viandantes. En especial jugueteó aquel aroma conmigo; fue tan intenso que hasta creo se me agitó la melena, pues era yo entonces joven aleonado y barbudo para mostrar mi inconformismo, y se me enredó entre las borrascas marxianas. En fin, que llegó a mi alma materialista, ese lugar extraño entre la pituitaria y el hipotálamo, según los últimos descubrimientos del profesor italoamericano Salinetto, ese que hacía sus experimentos olfativos con agua del Mar Muerto, tan intenso en aromas, que no tuviste la suerte de soportar en tu bautismo, pues me negué a que recibieras otro sacramento que no fuese el del fuego. Era Jazmín, Aura, era olor de jazmín el que me atontaba. Por eso me acuerdo de ti siempre que lo huelo; me paro donde esté y pronuncio sin palabras tu nombre. ¿Olfateaba yo una avanzadilla del compuesto orgánico que, andando el tiempo, llegaría a ser esa niña llorona, esa mujer soñadora, esa madre risueña, habría salido despistada y curiosa del vientre de su madre parturienta, habría atravesado las cinco o seis manzanas que separaban la clínica de la calle Santa Clara, y se habría mezclado con el aroma juguetón de aquellas flores? No, no puede ser, son fantasías de anciano. No, Aura no creas todo lo que digo, menos lo que pienso; pero sí que olías a jazmín; tu hermano a canela, tú a jazmín, tu madre a música, tú a jazmín. Cada uno tiene un olor que lo acompaña hasta el final y luego, luego escapa al cosmos, se mezcla con el éter y desciende a la tierra para golpear el alma física de los humanos y los cetáceos, ese rincón del cerebro evolucionado donde nace la poesía. Tu abuela, que acaba de irse, olía a rosa seca, aromatizada en el libro viejo de ortografía de Miranda Podadera; una lágrima, por favor, en su recuerdo. Por cierto, que se me escapa la pluma de tan sutil, ya termino, ¿sabes lo que significaba EATP?: "enseñanzas artísticas técnico profesionales", también conocidas como "Hogar", asignatura impuesta por la siniestra Falange. Siempre suspendió nuestra familia en esa materia, pero nuestro olfato..., nuestro olfato, Aura, ese saco de sensaciones sin nombre, es cósmico. Felicidades. Padre.

1 comentario:

  1. ¡¡¡FELICIDADES PADRE Y FELICIDADES HIJA!!!
    Luego vendrían los "Cinco Principios" y...todo lo demás! Y,hablando de olores, el del cocido montañes de Aurora, los Viernes SANTOS....Principio y Fin de Trimestres. Ahora, los Trimestres, son demasiado y dolorosamente largos...........
    El Ojáncano de los Bardales.

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